Ciudadanos queremos una Limasa completamente privada. Sé que es raro escribir algo así en estos tiempos en que parece que la empresa privada es poco menos que el demonio y que al propio PP le cuesta abogar por este modelo de contrato. Y lo queremos privado y dividido en sectores o servicios no por capricho. Lo queremos así porque pensamos que así se puede generar una concurrencia entre empresas; se pueden exigir condiciones y calidad para cobrar íntegramente las certificaciones (y, por lo tanto, descontar por incumplimiento); se puede apostar por una mejor mecanización e incorporación de avances tecnológicos; se puede controlar mejor la negociación colectiva, y, además, se supone que son las empresas del sector las que lo conocen en profundidad. Lo de que necesariamente es más caro no tiene por qué ser así. Cierto es que, sólo con los costes salariales, el presupuesto para la empresa de limpieza suma 60 millones.

En la práctica, es el alcalde el que negocia los convenios colectivos y el que aprueba las inversiones y los planes de calidad. El control de Limasa es público. ¿Y cuál es el resultado de que el control de Limasa sea público? Esa respuesta ya la tienen ustedes de sobra y es, en suma, un servicio pésimo y caro, cuyo importe anual se eleva a 86 millones de euros al año. Además, ahora el Ayuntamiento le debe a Limasa 20 millones y la deuda ha ido creciendo a razón de 4 millones anuales desde 2011.

Es necesario tomar decisiones valientes. Aquí todo el mundo se ha posicionado a favor del modelo público o privado. La izquierda quiere modelo público. Nosotros, privado. El alcalde marea la perdiz para intentar contentar a diestro y siniestro (lo que en política es imposible). El último globo sonda lanzado apunta a hacer pública la recogida de residuos y privado el resto. Tibieza y falta de posicionamiento. No es exactamente el modelo mixto actual, pero hay algo de decisión parecida. Y es que la empresa actual viene de negociar con las tres que se presentaron a un mismo concurso y, en definitiva, de no optar, de no elegir. Y ya vamos tarde para no tener que prorrogar Limasa III. Llegamos tarde a una cita fijada hace 16 años.

Artículo publicado por Juan Cassá el martes 26 de julio en Viva Málaga