Atacar al turismo es atacar el interés general. Es una necedad fabricada por sectores radicales de izquierda. Sí, los actos violentos los han protagonizado este verano los cachorros antisistemas de la CUP, pero no nos olvidemos que ese discurso lo venimos escuchando por parte de algunos partidos en instituciones como el Ayuntamiento de Málaga.

Cerramos un verano en el que, de nuevo, el turismo en Málaga capital ha sido el gran protagonista. Hagan memoria, esto hace una década era impensable. A finales de julio, la cifra interanual de viajeros había crecido un 7% (el dato se dispara hasta un 12% en el mes concreto de julio), lo que sitúa a Málaga como el destino urbano que más crece en España.

Ir contra el turismo es atacar al corazón de la economía. Es cerrazón e inconsciencia. ¿Qué proponen estos partidos que atacan al turismo?, ¿qué pasaría si en Málaga tuviéramos la desgracia de que el Ayuntamiento cayera en manos de la izquierda más radical?, ¿qué pasaría con el turismo, la hostelería, incluso la poca industria que queda?

¿Hace falta conseguir que los impactantes datos turísticos se traduzcan en un empleo de mayor calidad? Por supuesto. Como decía ayer mismo Albert Rivera a colación de la subida del paro en agosto, hay demasiada gente entrando y saliendo del sistema, gente con penosos contratos que no puede aspirar a una mínima planificación vital ni proyecto personal. Hay que trabajar para salir de ese modelo precario al que las recetas antiguas del PP y la ineficacia del PSOE nos han condenado.

¿Falta una planificación turística que en el caso de Málaga conlleve una decentralización hacia atractivos situados fuera del Centro Histórico, en lugares como el Palo o Pedregalejo? Por supuesto.

¿Es necesario que Málaga apueste por un modelo de calidad? Sin duda y por eso desde Cs abogamos por ese segmento de lujo cuyo camino abre el Miramar y podría tener su mejor hito en el hotel rascacielos del puerto.

Es necesario crear un marco regulatorio para el sector y para ese fenómeno exponencial de los apartamentos turísticos. La legalidad y las normas otorgan seguridad jurídica para todos, para los vecinos, para los visitantes y para los inversores.

Y, por supuesto, hay que trabajar con luces largas y desde abajo en diversificar el modelo productivo con una estrategia de peso y que implique a todas las administraciones.

Artículo publicado por Juan Cassá en Viva Málaga el martes, 5 de septiembre de 2017